Saber cuándo es hora de aparcar un proyecto también forma parte del proceso
Te cuento cómo han ido las cosas con Proyecto Plan B y por qué he decidido aparcarlo
Lo que quiero contarte hoy podría ser, fácilmente, uno más de mis dramas de escritora brújula. Pero en realidad, es una newsletter de despedida para el Proyecto Plan B que hoy he decidido que voy a aparcar.
La última vez que te hablé de este proyecto te dije que había tenido que reescribir toda una línea temporal (de las dos que tiene la novela) y que estaba contenta con el resultado porque había conseguido darle un sentido nuevo a esa parte que me resultaba mucho más motivadora.
Bien pues, desde entonces, no ha habido avances demasiado significativos en cuanto a la historia.
Se podría decir, que sí, he llegado al punto de no retorno. Y aunque he explorado muchísimas posibilidades de cómo podría seguir avanzando, ninguna me motiva lo suficiente como para ponerme a escribir y hacer que las cosas encajen.
Es decir que, no es que no sepa cómo seguir, es que ninguna de las posibilidades que tengo para seguir me motivan lo suficiente como para continuar escribiendo.
Así que, después de escribir más de 44.000 palabras, he decidido aparcar este proyecto por ahora.
Y como creo que saber cuándo aparcar un proyecto, también forma parte del proceso de escritura y precisamente por eso estoy escribiendo esta newsletter, aquí van 3 cosas que me han impulsado a tomar esta decisión:
#1. La complejidad de la historia:
Reconozco que, cuando decidí crear esta historia, me pareció muy motivador que fuera totalmente distinta a lo que había escrito hasta el momento.
Venía de escribir una novela larga de New Adult con romance, y quería algo distinto y ya el simple hecho de que fuera diferente, me gustó.
Pero lo cierto es que quise pasar de 0 a 100 muy rápido, porque la historia no solo era diferente, sino que era muy compleja.
En algún punto te he hablado de sus dos principales complejidades que eran:
La doble línea temporal: escribir dos líneas temporales se me ha hecho difícil porque casi era como estar escribiendo dos historias a en una. Me encantaba la idea al principio, pero ya te he contado que esto me ha dado bastante guerra.
El género “mágico”: no quiero llamarlo fantasía, pero esta historia también tenía toques de magia que yo no estoy tan habituada a escribir y eso, sin duda, ha sido un punto de complejidad más.
Antes de seguir, quiero aclarar: está bien crear historias complejas, con tramas, subtramas, personajes profundos, plot twists… No me quejo de eso (de hecho, soy de las que piensa que todas las novelas tienen cierta complejidad), pero cuando sumas muchos elementos que de por sí ya son complejos en una misma coctelera, a veces no sale bien.
#2. La obsesión por la documentación:
Al ocurrir, una de las líneas temporales, en un momento del pasado histórico, obviamente necesitaba documentarme para que las cosas fueran coherentes.
El problema es que esa necesidad de documentarme no me ha dejado avanzar. Yo misma me veía pasando la mitad del tiempo que tenía disponible para escribir, leyendo, viendo documentales e investigando sobre la época. Escribía un párrafo y quería cerciorarme de que no había incoherencias históricas y entonces reescribía, modificadaba…
Supongo que todo hubiera ido mejor si, por ejemplo, me hubiera sentido libre como para escribir un primer borrador sin pararme a pensar demasiado en las incoherencias, pero sinceramente, he sido incapaz de escribir la línea temporal del pasado sin pararme a chequear cada dato que compartía.
#3. El ritmo de la novela:
Yo siempre hago algo (ya lo contaré en otra newsletter) con cada novela que escribo, y es que, una vez que más o menos paso las 100 páginas de escritura, leo lo que he escrito.
Hasta ese momento, suelo releer algún capítulo en diagonal o lo último que escribí el día anterior, pero realmente cuando suelo estar a esas alturas de la historia, me la leo desde el principio.
Esta lectura me ayuda a medir el ritmo: si la historia se lee de forma ágil, si se entiende, si queda coherente, si los giros están bien.
Justo esta semana he estado haciendo esta lectura de lo que llevaba escrito hasta la fecha y me he dado cuenta que el ritmo de la novela era parecido a mi ritmo de escritura: no era coherente. En unas partes era dinámico y atrapaba, pero en otras era pesado y más lento.
Y aunque a mí como lectora me gustan las novelas que combinan ambos ritmos, la verdad es que al releer el proyecto me he dado cuenta de que había muchas más partes con un ritmo lento que con un ritmo ágil y para arreglarlas debería cambiar tantas cosas y reescribir tanto, que me ha hecho saltar las alarmas.
Aunque no todo es malo…
Hay cosas dentro de esta historia que sí que me gustan y es por eso que prefiero aparcarla, antes de tener que reescribirla, porque quizá lo que me pasa es que simplemente estoy demasiado saturada.
Los personajes: en general, los 3 protagonistas de esta historia me encantan. Ya tenía a dos de ellos muy por la mano de otros proyectos y siguen siendo geniales y me encanta haberlos rescatado.
El tema central de la novela: más allá de géneros, líneas temporales y tramas, el tema central de la novela me encanta, y creo que lo puedo rescatar para utilizar en otro proyecto en el futuro.
Cómo saber cuándo es hora de aparcar un proyecto
Y a modo resumen, las señales que he detectado para saber que era el momento de aparcar Proyecto Plan B son estas:
Falta de motivación: una vez llegado al punto de no retorno, he probado muchas formas de continuar y ninguna me ha motivado lo suficiente.
Agotamiento: escribir dos líneas temporales me ha agotado, sobre todo si le sumamos la complejidad extra de que tienen un toque de un género que no estoy habituada a escribir. Lo que al principio es un reto, puede convertirse en algo que te impide avanzar, y ME NIEGO a escribir desde el agotamiento simplemente por seguir escribiendo.
Obsesión que te impide avanzar: en mi caso ha sido la documentación, pero hay muchos otros aspectos con los que no conviene “obsesionarse” porque puede que al final no te dejen avanzar a la hora de escribir.
Una cosa es arreglar algo, otra reescribir la historia por completo: me he dado cuenta de que para arreglar algunos aspectos que no me terminan de encajar de la historia, prácticamente tendría que escribir todo de nuevo, y la verdad es que no tengo muchas ganas de hacerlo ahora mismo.
Falta de coherencia: no tanto dentro de la historia, sino contigo. Está bien esforzarse por acabar un proyecto e incluso “forzar” la máquina a veces para terminarlo, pero tienes que ser coherente contigo y esforzarte en aquellas cosas que te hagan avanzar y crecer como escritor/a, no esforzarte solo para sufrir.
Aun con todo, tomo esta decisión de aparcar el proyecto muy tranquila porque, al contrario de lo que hacía antes (cuando dejaba las historias paradas sin más en cuanto me bloqueaba) esta vez decido parar de forma consciente y examinando el por qué decido hacerlo.
De hecho, no descarto retomar la historia en el futuro, porque hay aspectos de ella que me gustan mucho.
Pero mientras tanto, voy a pensar en otros proyectos porque, sinceramente, creo que me merezco escribir cosas que me hagan disfrutar más :)