Día 4 NaNoWriMo 2023
Hoy te cuento cómo ha ido el día 4 y qué estoy escribiendo durante el reto
¡Cuarto día de NaNoWriMo!
Es sábado (y sí, sé que en la primera newsletter sobre el reto) te dije que iba a planteármelo para no tener que escribir los fines de semana. Pero realmente, lo que hecho ha sido planteármelo como si tuviera que hacerlo en 22 días en vez de en 30. De modo que tengo un objetivo de palabras diario más alto, pero también días para descansar (o permitirme no escribir cuando la vida me atropelle, que me atropellará).
En este cuarto día, he escrito 2.266 palabras (bien temprano por la mañana porque ya te conté que encontré “mi hora de genio”para escribir durante mi entrenamiento para el NaNoWriMo en octubre). No sé si haré una segunda sesión de escritura durante el día de hoy (si es así y el recuento aumenta, lo sabrás en la newsletter de mañana), pero en general estoy bastante contenta porque tengo palabras de “sobra” gracias a lo que avancé durante los dos primeros días del reto.
Hoy quería pasarme por aquí, además de para actualizar el reto, para hablar un poco más sobre la novela que estoy escribiendo actualmente.
Ya te conté que decidí hacer este reto para acabar una novela que ya tenía empezada, que aparqué en verano y que volví a retomar en octubre.
Y básicamente, ese es mi objetivo: no perder el hábito de escribir a diario para terminar el primer borrador.
Cuál es el tema de la novela
Algo que me está ayudando a ser perseverante con este proyecto es que tiene un tema (ojo: el tema no es lo mismo que el género, puedes tener el género muy claro, pero el tema es de lo que va lo que escribes: la amistad, el perdón, el amor… Además, una novela puede tener diferentes temas). En este caso, el tema central de la novela es la evolución personal, el viaje hacia la madurez de la protagonista y la transformación, no solo de su vida, sino de sus creencias.
Por qué la tuve aparcada durante tres meses
Por supuesto como buena brújula, no empecé esta historia teniendo el tema central del viaje personal en mente (ahora también hay otros temas como la familia encontrada, la pérdida o los secretos familiares). La empecé, como empiezo casi todo: por curiosidad.
Curiosidad de explicar un punto de vista, curiosidad de ver cómo evolucionaba la idea inicial… Pero sin un plan muy concreto.
Así que hice lo que he hecho siempre: escribir hasta un punto de no retorno (te hable de este punto en la newsletter de ayer) y abandonar la historia porque no sabía como seguir.
Cuándo la retomé y qué pasó
Cuando decidí retomarla (porque los personajes, sinceramente, me resultan muy adictivos e interesantes), empecé a profundizar un poco más y me di cuenta de que las cosas iban tirando hacia un sitio muy concreto.
Seguí dejándome llevar por lo que iba viendo que podía encajar y aproximadamente, cuando tenía como 100 páginas escritas, di con el centro de todo y fue como: “ah, que la historia va de esto. Y ha ido todo el rato de esto y yo no lo sabía”).
Ese momento fue catártico.
Porque ahí fue cuando me di cuenta que lo que yo habría escrito como un experimento más, lo que a mí me parecía que era un completo caos, ¡resultó que tenía un tema central! Y no solo tenía un tema central, sino que tenía una trama, que tenía algo lo suficientemente fuerte como para ser el hilo conductor de la novela.
Y ahora puede que te preguntes… “Vale, ¿entonces esas primeras 100 páginas son de relleno? ¿Tienen sentido?”. Yo también me lo pregunté.
Pero me di cuenta de que, sin querer, había conseguido que todas las cosas que fueron pasando desembocaran en ese acontecimiento, incluso dando sentido a cosas que había escrito y que ahora quedaban explicadas y cerradas en un círculo perfecto.
Me hago cargo. Sé que los escritores brújula a veces decimos cosas raras como que tenemos que ir conociendo a los personajes, que escribimos y vamos viendo hacia dónde nos lleva la historia, que a veces logramos que nuestra novela vaya por tal o cual camino “sin querer” o que no sabemos cómo van a pasar las cosas, aunque sean nuestros dedos las que las escriban, pero es que es la pura verdad. Realmente sucede así.
Qué estoy aprendiendo en el proceso
Para mí lo más importante de esta novela está siendo lo que me está enseñando de mí como escritora.
Ya sabes que no escribo para publicar, ni para hacerme famosa, ni para hacerme rica (de hecho, el destino de esta novela es acabar subida y expuesta para su lectura gratuita en Wattpad, como el resto de mis novelas).
Y seguro que ya sabes que más bien, escribo porque no sé no hacerlo. Pero pienso que, ya que no puedo librarme del virus de la escritura, al menos lo puedo aprovechar para aprender cosas por el camino.
Aquí van algunas de ellas (esta lista todavía está en proceso):
El tema de la novela es importante: muchos escritores (yo incluida, antes de escribir esta) se enfocan en el género (“quiero escribir una novela de romance", “voy a escribir una novela de fantasía”), pero la pregunta clave aquí, no es el género sino POR QUÉ TU HISTORIA IMPORTA.
Qué es eso que quieres enseñar al mundo, el mensaje principal, el tema central, independientemente del contexto o el mundo en el que pase. Esa clave es brutal, porque va a marcar la evolución de los personajes, los hechos que sucedan en la trama o cómo enfoques algunas escenas (lo que, por cierto, facilita mucho la escritura y te compromete con ella). A partir de ahora, cuando me plantee escribir algo nuevo, antes de plantearme nada, me plantearé CUÁL ES EL TEMA de esa novela.
Cuando escribes algo que te importa, es más fácil que le importe a los demás: este año, además de esta novela he conseguido terminar otra. Es una novela corta, romántica contemporánea, que ya puede leerse en Wattpad. Y a ver… No es que no esté orgullosa de esa novela. Es que me he dado cuenta, mirándola con perspectiva, que no la escribí tan comprometida con el tema central como lo estoy con esta. Me encantaban los personajes, me gustó escribir sobre su relación de amor-odio y los obstáculos que tuvieron que superar para estar juntos, pero… La historia, el corazón, no me importaba, no significaba tanto para mí. Y eso se nota en el resultado, en la profundidad de la trama, e incluso en la longitud.
No puedes tirar solo de inspiración, también tienes que tirar de fuerza de voluntad: yo siempre he sido una escritora que se guiaba mucho por los momentos de inspiración, por ese “¡eureka!” interior que me asolaba y me hacía escribir sin parar.
Pero cuando ese momento desaparecía (porque desaparece) en los días en los que tenía el cerebro frito por otra cosa ajena a la escritura, lo que solía pasar es que abandonaba la historia, sin más. Solo tiraba de inspiración para escribir, de ese “enamoramiento” inicial que sentimos al empezar un proyecto nuevo. Pero hay veces que para terminar algo tienes que tirar de fuerza de voluntad.
En este primer borrador, muchos capítulos los he empezado sabiendo que estaba “forzando (por así decirlo) la máquina”, que a lo mejor ese día no estaba muy inspirada, pero que lo importante era que la historia avanzara.
Y aunque en esos momentos donde tiras de fuerza de voluntad las palabras fluyen menos y lo que escribes es muy mejorable (lo que conlleva que tengas que emplear tiempo en editar), son importantes para no dejar la novela a medias. Ahora miro el manuscrito y tengo localizados algunos capítulos que empezaron “forzados” (porque sí o sí quería escribir ese día pese a que no era mi mejor día) y que han terminado siendo capitulazos que me encantan.
Todo esto me enseña (ya para concluir por hoy) que en parte, escribir es un ejercicio de autoconocimiento. Y que saber cómo somos como escritores nos permite saber cómo somos en otros ámbitos de nuestra vida también.